domingo, 24 de noviembre de 2013

Un segundo

Un segundo de aplausos mentales para los que llegaron sin saber si quedarse, que nunca te han dicho que te quieren, aquellos que no te abrazan con frecuencia, que no te bailan el agua ni te comen la oreja. Para los que llegaron sin saber si quedarse, y aun sin haberlo decidido siguen aquí. Un fuerte aplauso del público y una reverencia de servidora, pues sé que no es fácil observarme desde el patio de butacas cagarla diario, pero más difícil aún es subirse al escenario y echarme una mano (aunque tú puedes echarme las dos) cuando se me olvida el guión. Un aplauso de un solo segundo, porque más sería demasiado dramatismo, para un grupo de actores que improvisan cada día en cada función, diciéndose lo que otros sienten, leyendo siempre entre líneas a la hora de interpretar lo que cualquiera (y menudo) ha escrito para nosotros, marionetas del director, que de forma impredecible (y celebrándolo en este segundo de aplausos) se han convertido en compañeros de teatro, de vida y amigos.

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