jueves, 10 de julio de 2014

Me acabo de dar cuenta de algo maravilloso. Y como la mayoría de cosas de este calibre, ni siquiera sé si es real o son imaginaciones mías. Acabo de imaginarme que me quieres. Que me quieres en serio. No como en las películas, en las canciones o en los poemas. No. He imaginado que me quieres a tu manera y de forma sincera, y que realmente dependes en cierta medida de una loca como yo. Te escribo a ti, y no sé cómo me planteo si yo te quiero. Porque siempre te escribo a ti. Y hoy con más ganas. En un parpadeo he pensado que de verdad me quieres. Y se han escapado todas mis dudas. He pensado que ya está bien de buscar motivos por los que podríamos no funcionar (tú no lo sabes, pero tengo una gran lista). Porque a eso me dedico yo, está claro. A inventar situaciones y monstruos que hundirán nuestro barco. Pero esta noche, veo mar en calma y a ti y a mi en cubierta y al descubierto, con todo por delante y todo el tiempo del mundo, y no hay pulpos gigantes ni glaciares que quieran pararnos, ni que yo quiera que nos paren. Esta noche no. Esta noche quiero creer que me quieres, y ya mañana cambiaré de parecer.

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